El IoT (internet of things) o internet de las cosas es una tecnología con multitud de aplicaciones. Su importancia crece cada año debido a la gran cantidad de dispositivos que se utilizan. Al poder combinarlos y conectarlos a una red, es posible emplearlos para todo tipo de finalidades.
Antes de conocer las aplicaciones, conviene que entiendas qué es el IoT. Se trata de dispositivos conectados a internet o a una red intermedia. Para garantizar que funcionan de manera adecuada, existe un nodo central a través del que dar órdenes o compartir información. Dadas estas características, los usos que se puede dar a esta tecnología son muy variados.
Es posible conectar e integrar multitud de dispositivos dentro de tu hogar u oficina, lo que te permite controlar diferentes aspectos de tu día a día. Puedes gestionar las luces, termostatos, cerraduras, electrodomésticos o la seguridad desde tu teléfono móvil. Todos los sensores y aparatos están conectados y te ofrecen una información detalla de lo que está ocurriendo.
Por ejemplo, si la potencia de las luces te resulta molesta, no te costará reducir el brillo o apagarlas cuando quieras. Lo mismo ocurre con la calefacción o el aire acondicionado. En caso de que las temperaturas no sean las que buscas, podrás modificarlas con sencillez. De hecho, cabe la posibilidad de programar los aparatos para que se enciendan en momentos puntuales.
Las ciudades inteligentes son la muestra de lo que consigue esta tecnología a gran escala. Multitud de sensores recogen información en tiempo real y de manera continua. Su principal función es la de optimizar la gestión de los recursos municipales, así como reducir al mínimo el impacto de varios problemas. Uno de ellos es el tráfico, el cual es posible monitorizar y anticipar.
El sector de la salud es uno que se beneficia de la innovación que aporta el internet de las cosas. De hecho, se empieza a hablar de salud conectada, la cual es el resultado de integrar dispositivos médicos y sensores. Esto permite supervisar en tiempo real el estado de un paciente, efectuar diagnósticos más precisos y mejorar la atención en remoto.
Incluso puedes adaptar la tecnología a tu situación particular. Un buen ejemplo son las bandas deportivas o los relojes inteligentes. Ambos dispositivos cuentan con varios sensores dedicados a tomar mediciones sobre algunos parámetros de tu cuerpo. Tal es el caso de la frecuencia cardíaca, tus horas de sueño o la actividad física que realizas.
Al conectarlos a un teléfono móvil o un ordenador, todos esos datos se convierten en información muy útil. Gracias a esto, en unos años será más sencillo controlar a pacientes con determinadas enfermedades. Si se da algún cambio en su estado, se podrá actuar en el acto o en el menor tiempo posible y, así, salvar vidas.
La arquitectura de una red IoT se divide en dos aspectos generales: software y hardware. Ambas interactúan entre sí para cumplir con multitud de funciones, desde recoger datos hasta procesarlos. La estructura se diferencia, a su vez, en una serie de capas.
La primera es la de dispositivos, que son los que contienen los sensores encargados de recoger datos específicos. Una vez se recopilan, se mandan a una unidad de procesamiento. Además, tienen otra parte que resulta importante: los actuadores. Su función es la de recibir señales de vuelta con indicaciones para que el aparato haga esto o lo otro.
En la segunda capa se encuentra la red en sí, es decir, la tecnología que se encarga de conectar todos los aparatos entre sí. En función de las necesidades o posibilidades, puedes encontrar arquitecturas basadas en Bluetooth, 4 o 5G y las Wi-Fi.
La tercera capa es la de computación perimetral, que es una serie de dispositivos intermediarios que unen los diferentes integrantes de la red con los servidores. Se encargan de procesar datos esenciales en el ámbito local y de enviar el resto en paquetes. Además, su aparición en la arquitectura del internet de las cosas es muy reciente, pero está ofreciendo unos buenos resultados.
El último lugar lo ocupan las capas de soporte de dispositivos y aplicaciones y la de aplicación. La primera recibe, procesa y almacena los datos que recopilan los sensores, mientras que la segunda incluye algoritmos o programas informáticos. Todos ellos se nutren de la información recabada y te la muestran de una manera comprensible para que tomes las decisiones oportunas.
Las ventajas del internet de las cosas no solo acaban con aplicar la innovación en la empresa, van más allá. Gracias a ellos, numerosos sectores de la producción asistirán a grandes cambios. Para que te hagas una idea, ten en cuenta las siguientes:
El IoT ofrece una alta cantidad de aplicaciones en casi todos los ámbitos de producción. Pero no solo destacan ahí, ya que las encuentras en el día a día o para la mejora de las ciudades. Para conocer más avances como este, en la Cámara estamos para ayudarte. ¡Consúltanos tus dudas!
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