La geolocalización, la IA y la privacidad en dispositivos móviles son tecnologías muy relacionadas. Gracias a ellas, puedes moverte con mayor facilidad por el planeta, aunque conllevan algunos riesgos. Ante los diferentes problemas que puedan surgir, mejorar la ciberseguridad y cuidar la gestión de los datos se vuelve esencial.
Consiste en la capacidad de determinar la ubicación física de un dispositivo mediante varios métodos, como GPS, Wi-Fi o torres de telefonía. Para determinar dónde está, se recopilan datos de distintas fuentes, lo que permite reducir el margen de error al establecer la posición.
Es una tecnología que ha transformado por completo la forma en la que interactúas con el entorno. Al fin y al cabo, sus aplicaciones son muy variadas. Un buen ejemplo es Google Maps, una herramienta que te permite moverte por cualquier ciudad aun sin conocerla. Asimismo, las redes sociales, como Facebook o Instagram, permiten a sus usuarios mostrar su ubicación en las publicaciones que hagan. De este modo, ofrecen un mayor contexto a los seguidores.
Pese a las ventajas de la geolocalización, su capacidad de rastrear la ubicación de un dispositivo plantea preocupaciones sobre privacidad y seguridad de los datos. La posibilidad de que terceros sepan dónde estás es un tema de debate constante. El dilema aumenta si se introducen otras tecnologías, como es el caso de la inteligencia artificial y sus extensas habilidades.
Los servicios de geolocalización operan por medio de la recopilación y el análisis de datos provenientes de numerosos orígenes. De entre todas las fuentes, hay tres tecnologías que destacan: el sistema de posicionamiento global (GPS), las redes de telefonía móvil y las Wi-Fi.
Dada la necesidad de utilizar datos de multitud de fuentes para la geolocalización, es normal que se busque proteger la privacidad. Esto se acentúa con la irrupción de aplicaciones basadas en IA, ya que pueden emplearse para diversos fines. Por ejemplo, son capaces de predecir incendios forestales con la información a la que tienen acceso.
La inteligencia artificial realiza sus labores mediante el uso de los datos a su alcance. Estos van desde los puramente geográficos, como la latitud o longitud de un área concreta, a los recursos humanos que participaron en otros incendios. Así, la aplicación es capaz de predecir dónde es más probable que surja fuego en función de las condiciones de cada lugar.
Además, empresas como Google aplican la IA para ofrecer más funcionalidades en sus servicios. Es lo que sucede con Google Maps, que incorporará inteligencia artificial generativa para que le puedas plantear solicitudes. Es decir, te dará indicaciones precisas para llegar a un sitio, las opciones de ocio disponibles u horarios. También se elaborarán listas públicas para que los recién llegados visiten puntos emblemáticos de una ciudad.
A pesar de que la IA y la geolocalización traen numerosos beneficios, implican algunas preocupaciones, en especial en cuanto a ciberseguridad. Si los criminales tienen un acceso sencillo a los datos de usuarios o instituciones, podrán causar graves daños. Por consiguiente, conviene establecer las debidas contramedidas.
Uno de los mayores contratiempos que es necesario abordar son los seguimientos no autorizados. El problema radica cuando un tercero es capaz de localizar tu dispositivo durante un largo periodo de tiempo. Con una información así, puede llevar a cabo varios crímenes, como robar en tu casa cuando no estés en ella.
Es indispensable mejorar el cifrado de las señales para que sean muy difíciles de piratear. Al conseguirlo, se creará un efecto disuasorio, puesto que no merecerá la pena el esfuerzo ni la inversión de recursos. Al mismo tiempo, soluciones que combinen IA y ciberseguridad mantendrán alejados a los criminales.
Las leyes son un elemento de defensa esencial a la hora de diseñar un marco en el que las empresas, personas e instituciones pueden operar. También se establecen las infracciones y sus consecuencias, lo que contribuye de manera capital a evitar la impunidad.
Sin embargo, las normas tienen que crearse de forma cuidadosa para que sean flexibles. Si son demasiado exigentes, la dificultad para cumplirlas será alta y, por tanto, sus medidas no se aplicarán en toda su extensión. Igualmente, los cambios tecnológicos son tan rápidos que es posible que dejen obsoleta una ley en pocos años, algo que hay que tener muy en cuenta.
El GDPR ha servido para que los usuarios puedan ejercer sus derechos de un modo efectivo. Por ejemplo, si quieren borrar sus datos, no tendrán problemas para hacerlo. Asimismo, la transparencia es una de sus claves, pues las compañías deben indicar el empleo que le darán a la información y durante cuánto tiempo la retendrán.
Conseguir que la geolocalización, la IA y la privacidad en dispositivos móviles no entren en conflicto es un reto de gran calado. No obstante, se están poniendo las bases para superarlo de una forma segura y satisfactoria para toda la población. Si quieres mantenerte al día de las últimas novedades sobre tecnología, en Cámara tenemos los mejores contenidos. ¡No te los pierdas!
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